jueves, 12 de septiembre de 2013

Discurso de la Diada Nacional

Señoras concejalas, señores concejales del Ayuntamiento de Sitges. Alcalde Jordi Serra. Alcalde Pere Junyent. Alcalde Jordi Baijet. Formaciones políticas, entidades, asociaciones y barrios del municipio. Colla Jove de Castellers de Sitges. Escola de Grallers de Sitges. Sitgetanas, sitgetanos. Queridos compatriotas.

Hoy, 11 de septiembre de 2013, empieza la cuenta atrás de la celebración de los 300 años de la rendición de Barcelona en la Guerra de Sucesión del 11 de septiembre de 1714. Sitges, como ya he recordado en el bando de la Diada Nacional, sufrió lo suyo el 11 de septiembre, aunque no con la crueldad de la capital de Catalunya. Un año antes, transcurría el mes de julio de 1713, cuando entraron las tropas en nuestro pueblo, sometiéndolo al dominio del rey Felipe V. Sitges, esta pequeña parte del país, como el resto de los pueblos de la comarca, perdía las libertades nacionales un fatídico 27 de julio de 1713. Una fecha que tendríamos que recordar formalmente.

Estas fechas marcan, se quiera o no, guste o no, nuestro ADN individual y colectivo, nuestro carácter, nuestra manera de hacer y de ser. Y es importante recordarlo hoy, un año más, porque nuestro autogobierno no nace con la Constitución española de 1978. Hace siglos que tenemos la voluntad de autogobernarnos.

Aunque algunos no lo quieran, se ha de tener presente la historia. Hemos de guardarla en nuestra memoria. Como una vez me comentó un amigo: “la historia es lo único que las personas no podemos hacerla a nuestra medida”. Hay que tener un gran respeto por la historia y más por todos aquellos que la han hecho, la hacen y la harán posible. Los pueblos del mundo no serían pueblos, si no honrasen su memoria.

Aunque afortunadamente, nos queda lejos aquél siglo XVIII. Hoy en Catalunya viven y conviven en paz centenares de miles de diferentes personas, aunque vivamos momentos difíciles, de preocupación y de una cierta convulsión. Son muchos los que sufren las feroces consecuencias de la crisis que está durando mucho y además es poco piadosa. Pero de esta saldremos!. Costará, pero saldremos!.

Seguiremos caminando, sin perder la esperanza, para continuar construyendo una nación al servicio de las personas, de todos y de todas, no de unos cuantos, como algunos nos quieren hacer creer. Nos lo quieren hacer creer atacando la base de la igualdad en nuestra casa: la cohesión social de todas las personas y la lengua, como un básico instrumento de inclusión.

A pesar del actual sufrimiento, a pesar de las constantes amenazas a nuestras instituciones, a nuestra cultura, a nuestra economía, a nuestro autogobierno… no podrán deshacer la cohesión social del país, aunque lo intenten. No nos resignaremos. Aquí sí que no podrán.

Porque nuestra nación no tendría sentido si no valoráramos primero a los catalanes y catalanas. Catalunya necesita de todos nosotros. Necesita que la sigamos construyendo desde el progreso, la igualdad, la libertad y la justicia social. Porque este país es viable y competitivo. Por este motivo ningún catalán, ninguna catalana, se ha  de quedar al margen, hable la lengua que hable, sea cual sea su origen, condición, ideología u orientación. Todos somos país, todos somos nación.

Como tampoco podrán, pese a las constantes amenazas, romper nuestro mayor signo de identidad colectiva y de comunicación: la unidad de la lengua. El año pasado me atreví a dirigirles unas palabras en mallorquín y valenciano. Este año, uniéndome al coincidente criterio a favor de la unidad de la lengua, ante el rebautizo político y de insulto a la inteligencia que ha recibido el catalán en la hermana tierra de Aragón, incluso recurriendo, a unas siglas que no quiero ni pronunciar, y en contra de una gran parte de la sociedad aragonesa y de sus Cortes, solo unas palabras en una de las hablas de la Franja. Como ellos dirían: “Aquí del blat de moro en seguirem dient panís, perquè els xics i les xiquetes de la Franja seguiran creixent i parlant lo català per més que uns quants no ho vulgon ...”.

Patriotas, el catalanismo cívico, constructivo y pacífico da miedo. Continuemos, pues, siendo cívicos, constructivos y pacíficos, y al mismo tiempo inclusivos, como hemos hecho toda la vida. Como os decía, la nación que somos, el país que construimos, es de todos.

El derecho a decidir no ha de dar miedo. Las urnas democráticas no tienen que dar miedo porque no podemos poner límites a la democracia. El derecho a decidir no es ninguna confrontación, como algunos nos quieren hacer creer. El derecho a decidir es también cívico, constructivo y pacífico. Y por encima de todo, el derecho a decidir es DEMOCRÁTICO. Catalunya tiene voluntad, talento, orgullo, instituciones, aunque también errores, pero estamos todos unidos. Por tanto, tenemos razones suficientes para que el pueblo catalán siga sonriendo, siga soñando.

Esta tarde miles y miles de manos y brazos se unirán de norte a sur del país (extendiéndose desde el corazón también de oeste a este, de levante a poniente). Esta es la unión que necesita el país. Porque las personas son la fortaleza de las grandes naciones. Y el gesto de esta tarde es una de estas grandezas: un pueblo levantado a favor de la libertad.

El futuro puede ser mejor, mucho mejor. Solo se necesita una actitud positiva, perseverancia, ideales de inclusión, capacidad de resistencia y escuchar, escuchar la voluntad del pueblo. No desfallezcáis y seguir luchando por vuestros sueños y con fuerza por el gran sueño colectivo. Decía Ghandi, hombre de paz, al que todos los pueblos del mundo respetan y quieren: “La fuerza no viene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable”.

Patriotas, que no nos la domen, que no nos amansen nuestra voluntad!. Vivimos esta Diada Nacional con un horizonte de libertad. Desde Sitges, este 11 de septiembre, digamos muy alto, y que lo escuche la humanidad entera: Visca  Catalunya!.