martes, 18 de marzo de 2014

Reflexiones de Carnaval


Han transcurrido ya unos días, la pasión ha bajado y se han hecho las oportunas reflexiones. El Carnaval, por sus características y dimensiones, requiere que se hable de él y se analice con cierta perspectiva de tiempo y espacio y con la serenidad que ha de acompañar el debate y la reflexión alrededor de una fiesta que mueve pasiones, como es esta.

Y en una fiesta pasional, arraigada y con gran –tres características que distinguen nuestro Carnaval–, cualquier cambio o evolución se traduce en debate y, obviamente, en posiciones a favor o en contra. Cuando menos, de entrada. Después, el tiempo coloca las cosas en su lugar, y se relativizan algunas posiciones y puntos de vista, especialmente cuando se es capaza de analizarlos con la visión y perspectiva necesarias.

También es lo que ha pasado este año en Carnaval. Probablemente, hubo un exceso de tensión anterior, y seguro, en algún entorno determinado la adrenalina estuvo mal reconducida durante la fiesta y al día siguiente. Pero, pasados unos días, se calman los ánimos y esas visiones apocalípticas que solo buscan oponerse a cualquier norma por el simple hecho de que viene del Ayuntamiento, adoptan una visión más relativa y admiten los buenos resultados de determinadas medidas que se tomaron. Hablando tranquilamente y con voluntad mutua es más fácil encontrar los elementos en común y avanzar en buena línea.

La rúa infantil del domingo es uno de los mejores ejemplos, que nos permite explicar como hay cambios que resultan positivos. Con el horario nuevo, los niños tuvieron un merecido protagonismo sin tener que estar pendiente del reloj, las carrozas lucieron con más personalidad y, de paso, los restaurantes y comercios sacaron provecho. Una decisión muy acertada.

¿Alguien, ahora, cuestiona que las dos rúas de la Disbauxa y Extermini no hubiesen tenido que salir a las 19,30h, como se implantó hace tres años? Entonces poca gente lo apoyó. En cambio, el año siguiente nadie tenía dudas. Y hoy parece que toda la vida haya sido así.

Las decisiones acertadas arraigan fácilmente y se filtran en la dimensión de la fiesta de forma espontánea. Las que generan dudas –como, por ejemplo, este año, el cambio de ubicación de las cámaras del Cap de la Vila a la Ribera– requieren analizarlas y, si conviene, reconducirlas en una u otra dirección. También llegará el día que nadie se atreva plantearse que la seguridad es imprescindible a la hora de tomar decisiones importantes sobre las dos rúas. Seguridad y fiesta se han de respetar y convivir mutuamente, sin que una elimine a la otra y a la inversa.

El Carnaval 2014 nos deja buenos recuerdos que no olvidaremos. Es una larga lista, aunque quiero citar a algunos. La carrera de camas, que ha sabido explotar el fardo en toda su expresión; las actividades que organizó la colla A Tope como elementos paralelos al Carnestoltes; el extraordinario impacto que el carnaval ha tenido en los medios de comunicación y en las redes sociales (una promoción muy importante para Sitges); la labor incansable y casi nunca suficientemente reconocida de los cuerpos de seguridad y de la Brigada de limpieza; el impulso y trabajo de la Regidoria de Tradicions i Festes y también de la Comissió de Carnaval, y la alegría, color y magia que distinguen nuestras rúas y los miles de sitgetanos que llevan el carnaval en la sangre. A todos vosotros, muchas gracias.