domingo, 20 de enero de 2013

150 años de la Ermita de Sant Sebastià


Hoy domingo hemos celebrado una fiesta muy especial. La conmemoración de los 150 años de la Ermita de Sant Sebastià. Con vuestro permiso, reproduzco mi intervención:

“Sitgetanos y sitgetanas, reunidos esta tarde en el explanada de la Ermita de Sant Sebastià.

Conmemoramos hoy la bendición de la actual Ermita de Sant Sebastià en el año 1861. Con dos años de retraso por las necesarias obras que se hacen en el santuario, celebramos el 150 aniversario de unos hechos extraordinarios que vivió nuestra localidad con motivo de esta bendición.

El día siguiente de la Fiesta Mayor de Sant Bartomeu de 1861, el 25 de agosto, los bailes populares y sus músicas acompañaron el tabernáculo con la imagen de Sant Sebastià por las calles del pueblo, desde la iglesia parroquial hasta la nueva ermita, tal y como hemos hecho esta tarde de enero. En el ciclo festivo de Sitges la salida de bailes y músicas siempre ha sido un símbolo y lleno de una gran fiesta, y más con motivos extraordinarios. Y este de 1861 lo fue.

Imaginemos ese Sitges de mitad del siglo XIX. Una localidad pequeña todavía amurallada, sin carreteras ni ferrocarril, rodeada de viñas de malvasía y moscatel, con su buena gente que vivía de la agricultura y del mar, dedicándoles muchas horas y muchos días. Un pueblo que, tan dedicado al trabajo, esperaba con deleite las festividades para poder encontrarse y compartir, especialmente los encuentros de nuestras ermitas: Sant Sebastià, la Mare de Deú de Gràcia, la Trinitat, el Vinyet y Santa Bàrbara. Imaginémos, pues, lo que supuso esta gran fiesta en 1861.

El hecho es que, desde tiempos inmemorables, por toda Europa los pueblos invocaban a Sant Sebastià como protector contra la peste y otras epidemias durante la edad media y moderna. Por esto se erigían las capillas bajo su advocación en las entradas de los pueblos y ciudades, para proteger a la población de maldades y no permitir la entrada de las epidemias a las calles y plazas. Sitges no fue ajeno y levanta la Ermita de Sant Sebastià en las afueras de la localidad, cerca del portal que daba entrada al recinto amurallado del Port de n’Alegre, por lo menos desde 1513. Es decir, desde hace más de 500 años.

Esta celebración, además supone, una oportunidad para descubrir o reencontrar el patrimonio y una tradición que en los últimos años se está revalorizando, con el fin de conocer nuestra historia. Sant Sebastià es la ermita que da nombre a uno de los rincones más emblemáticos y queridos de Sitges.

En la antiguedad las enfermedades causaron muchos estragos en nuestras tierras. El adelanto de la ciencia y de la investigación ha permitido luchar, aunque no con suficiente remedio para todas. La humanidad todavía es débil ante el cáncer, el sida u otras enfermedades minoritarias … y con celo busca curación. Pero tiene otras plagas que flagelan la falta igualdades, de oportunidades y de inclusión social: el paro, los deshaucios, la intolerencia, la violencia de género, el abuso de poder, incluso la tortura son los dardos actuales que pueden menguar cualquier vestigio de humanidad.

Nuestros antepasados se encomendaban a los santos. Nosotros podemos también sentir la necesidad de su intervención. Aunque, más allá de las creencias religiosas, lo que necesitamos son hombres y mujeres comprometidos.

La sociedad del siglo XXI sufre muchas pestes en forma de sufrimiento humano. Necesitamos hombres y mujeres que sean buenos instrumentos para combatirlos. Desde la sociedad civil, desde las organizaciones de trabajadores y empresariales, desde las instituciones públicas.

La libertad, la prosperidad y la justicia social se consiguen con el compromiso de todos, con el testimonio personal y colectivo. Solo así lograremos un mundo más justo y próspero. Sitges, como en tantas otras cosas, y como ha hecho a lo largo de la historia, ha de ser también un referente.

Que todos y todas tengamos el coraje y compromiso. Visca Sitges!”.